El dolor es una sensación muy desagradable y, por veces, limitante que percibimos frente una lesión o daño en nuestro cuerpo. 

La evaluación correcta del dolor es fundamental para poder determinar qué tratamiento será más adecuado para el paciente.En muchos casos podemos optar por procedimientos mínimamente invasivos como infiltraciones articulares y bloqueos nerviosos.

Infiltraciones articulares o periarticulares son inyecciones de un medicamento o producto sanitario dentro de la articulación o en tejidos de su alrededor con el objetivo de producir un efecto directo y localizado que condicione un beneficio para el paciente (disminución del dolor).

Fundamentalmente existen tres tipos de medicamentos o productos que se inyectan mediante una infiltración: corticoides, ácido hialurónico y PRP.

La infiltración de corticoides es bastante habitual por su gran poder antiinflamatorio, de gran utilidad en procesos inflamatorios agudos en los cuales no hay mejoría con medidas iniciales como reposo, hielo y antiinflamatorios orales.

Los pacientes que sufren de dolor agudo o crónico pueden recibir una inyección para bloquear nervios y lograr alivio temporal del dolor.

Un bloqueo nervioso consiste en aplicar una inyección de anestésico local (con o sin corticoide) en el territorio de un nervio o grupo de nervios para tratar el dolor. El propósito es «apagar» una señal de dolor proveniente de un sitio específico del cuerpo o para disminuir inflamación en dicha área.